Invertir por el bien de todos: en busca de impacto «real»

Gestora, M&G
Logo de M&G como foto de portada del artículo Dos años de pandemia: el impulso de la COVID-19 hacia una economía sostenible

Autor: Ben Constable-Maxwell, Director de inversión sostenible y de impacto en M&G Investments

Por favor consulte el glosario para una explicación de los términos de inversión que aparezcan en este artículo.

Una búsqueda rápida en Google de «impact investing» (inversión de impacto) arroja más de 300 millones de resultados. Muy pocos de ellos serán relevantes, por supuesto, pero esto muestra que no faltan las opciones si uno desea invertir en busca de rentabilidad y de objetivos adicionales.

Sin embargo, la proliferación de productos presenta un problema. Con tantos entre los que elegir, ¿cómo podemos seleccionar el más adecuado? No obstante, antes de ello existe otro reto a superar: ¿Cómo podemos distinguir entre los fondos de impacto genuinos y los que sencillamente se presentan como tales?

En mi opinión, cuando uno desea tener impacto real con sus inversiones puede buscar varias cualidades clave.

Evaluar las intenciones

Un buen modo de empezar es analizar los objetivos de los fondos. Un fondo de impacto auténtico debería tener sus metas no financieras codificadas en su ADN. En lugar de ser una reflexión tardía o una consideración secundaria, los objetivos relacionados con el impacto deberían, como mínimo, tener la misma importancia que los financieros.

Por supuesto, la concentración en el logro de impacto debería verse reflejada en aquello en lo que invierte el fondo. Por lo que respecta a enfoques que invierten en acciones cotizadas, el impacto para los inversores en el fondo dependerá del impacto aportado por las compañías en cartera.

Para seleccionar acciones con impacto, los gestores podrían tratar de medir hasta qué punto las empresas se proponen de forma explícita abordar problemas societarios y medioambientales. Su impacto debería ser intencional, no accidental, y verse reflejado en acciones y no meras palabras.

Considerar el proceso

Como en cualquier estrategia de inversión, debería existir un marco sólido y repetible para evaluar de forma consistente los argumentos a favor de inversiones potenciales. Al invertir en renta variable con impacto, esto implica varios pasos.

Un aspecto importante es que no basta con excluir sencillamente ciertos sectores perjudiciales, como el tabaco, o empresas cuyos procesos tienen bajas puntuaciones en medidas no financieras, como la polución o la corrupción. Estas “preselecciones” suelen ser útiles, pero yo creo que son meramente un primer paso.

Los inversores de impacto deberían identificar y medir explícitamente el impacto positivo que proporciona una compañía. Una forma de hacerlo es cotejarlo frente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por Naciones Unidas, una codificación universalmente reconocida de los desafíos más apremiantes a los que se enfrentan el ser humano y el planeta, desde la reducción de la pobreza hasta la lucha contra el cambio climático.

Podemos comparar las actividades de una compañía con un Objetivo primario y cualquier Objetivo secundario relevante, y cuantificar su contribución hacia su logro. Creo que no solo deberíamos considerar el avance realizado por las empresas en el marco de los ODS a través de sus productos y servicios, sino también el modo en que permiten a otras empresas tener un impacto positivo.

Así, combinando la tesis de inversión de impacto con la de inversión financiera, las gestoras pueden seleccionar compañías con potencial de generar crecimiento rentable e impacto positivo.

Concentrarse en el resultado

Evaluar el impacto de sus inversiones es un principio clave de la inversión de impacto. Creo que los inversores deberían esperar de las gestoras de fondos de impacto que midan e informen sobre el impacto que se ha conseguido.

Dicho esto, medir el impacto de la inversión en renta variable no es una ciencia exacta, y existen varios enfoques diferenciados. Algunos intentan destilar el impacto que puede tener cada suma de 10.000 euros invertida en un fondo, como por ejemplo litros de agua ahorrados o incluso vidas salvadas. En mi opinión, aquí se corre peligro de simplificación excesiva o de conjeturación en las estimaciones.

A no ser que uno invierta de cara al logro de un objetivo de impacto específico, como la disminución de las emisiones de dióxido de carbono, ¿tiene realmente sentido agregar los impactos de las empresas a nivel de cartera? Yo creo que hacerlo es irrelevante en el mejor de los casos, y engañoso en el peor de ellos.

A mi juicio es más útil concentrarse en el impacto de cada compañía específica, evaluando cómo su desempeño está alineado con el ODS más relevante, así como la madurez del negocio. Estableciendo indicadores clave de desempeño pertinentes a la hora de determinar el impacto de esa compañía en el marco de ese ODS, podemos evaluar si realizamos una contribución positiva a través de nuestra inversión.

Con independencia del modo en que las gestoras midan el impacto, la transparencia hacia los inversores es crucial. Compartiendo con ellos lo que consideramos impacto —y desarrollando continuamente el modo en que lo medimos— podemos distinguir de forma más clara entre la inversión de impacto «real» y el mero ecopostureo o «marketing verde».

El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.

Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión. No podemos ofrecerle asesoramiento financiero. Si no está seguro de que su inversión sea apropiada, consúltelo con su asesor financiero.

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Esta información no constituye una oferta ni un ofrecimiento para la adquisición de acciones de inversión en cualquiera de los fondos de M&G. Promoción financiera publicada por M&G International Investments S.A. Domicilio social: 16, boulevard Royal, L-2449, Luxembourg.

«La COVID-19 conciencia a los inversores de la importancia del aspecto social»

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Entrevista con Kelly Hébert, Responsable Global de Distribución ESG

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¿Cómo pueden los inversores reconciliar la búsqueda de rentabilidad y el respeto de los esfuerzos globales para abordar el calentamiento del planeta?

Como gestora británica, nuestro enfoque ESG (factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo, por sus siglas en inglés) ha puesto énfasis tradicionalmente en la G, el gobierno corporativo. De hecho, eso es lo que hacían muchos selectores de valores. En los últimos años, sin embargo, los factores medioambientales y sociales han atraído mucha atención, en el marco de los riesgos que puede plantear el cambio climático. Como inversores activos, estamos igualmente implicados en iniciativas climáticas y organizaciones como Climate Action 100+1, un grupo de inversores que ejerce una presión mayor y más efectiva en los 100 mayores emisores de dióxido de carbono del mundo a fin de acelerar la transición energética. No obstante, también interactuamos directamente con compañías votando en juntas de accionistas o conectando con ellas de forma proactiva.

Como empresa, M&G pretende alcanzar cero emisiones netas de CO2 de cara a 2030, y en las carteras que gestiona de cara a 2050. Esto requiere un diálogo activo con las compañías en las que invertimos, para que entiendan lo que verificamos y cómo avanzan hacia los objetivos climáticos. También ejercemos nuestro derecho de voto. Aunque no es el escenario ideal, podemos llegar a vender nuestra inversión si las empresas no cumplen sus objetivos. Todos tenemos una responsabilidad a este respecto.

Los datos se procesan de forma diferente en función del universo de inversión de activos cotizados o ilíquidos (activos que no se pueden vender o intercambiar fácilmente por efectivo). Las empresas cotizadas son objeto de un mayor escrutinio, con lo que aquellas capaces de revelar con precisión sus datos climáticos pueden beneficiarse de forma tangible en el futuro. Esto les permite proteger y reforzar su reputación, ya que la transparencia es crucial a la hora de atraer capital en el universo cotizado. Quien revele primero sus resultados gozará de una ventaja competitiva, pues los mayores inversores del mundo —fondos de pensiones y aseguradoras— están sujetos a restricciones regulatorias para satisfacer sus obligaciones climáticas.

Hoy en día, muchos inversores aplican estrategias de exclusión, pero nosotros preferimos respaldar a las empresas en la transición. Este es un aspecto importante: Naciones Unidas estima que la pérdida económica agregada de todas las compañías debido a la inacción sobre cuestiones climáticas en los últimos 20 años alcanza los 3 billones de dólares2.

¿Qué nos jugamos con las energías renovables?

A día de hoy, las renovables solamente representan un 4% de las fuentes energéticas del mundo. Para satisfacer los requisitos del Acuerdo de París sobre cambio climático, la energía verde deberá representar de un 70% a un 90% de la energía total disponible de cara a 2050. Queda mucho por hacer, y queremos ayudar a lograrlo.

Varias regulaciones que se están introduciendo actualmente en Europa impulsarán la transición. El paquete de recuperación europeo de 750.000 millones de euros anunciado antes del verano incluye algo menos de un 40% de ayuda climática3. Esto incentiva a las compañías a informar sobre sus esfuerzos de ámbito climático (a fin de recibir subsidios o pagar menos impuestos) pero también es una cuestión regulatoria.

¿Y qué hay de la gestión basada en índices?

La capitalización del productor de carbón estadounidense Peabody Energy ha disminuido en 20.000 millones de dólares en los últimos años. Ello ilustra que la inclusión en un índice de mercado no basta para proteger a una compañía incapaz de adaptarse a la realidad climática, lo cual podría ocurrir asimismo en otros sectores.

La inversión de impacto es el dominio de las gestoras. Estas estrategias requieren mucha energía intelectual, ya que ningún proveedor de calificaciones es capaz hoy en día de evaluar el impacto neto de una empresa. También verificamos lo intencional del enfoque de una compañía, así como como su adicionalidad: ¿Representa el servicio o producto una mejora respecto a alternativas existentes? Este es el aspecto de mayor crecimiento en el ámbito ESG, al responder a la demanda de los inversores de materializar sus contribuciones a la lucha contra los problemas globales y reflejar con ello sus convicciones morales y sociales.

¿De dónde proceden los datos no financieros y cómo tratáis de mejorar la divulgación de esta información?

Los datos son una importante área en la que trabajamos. Bajo la regulación SFDR4, las gestoras con más de 500 empleados deberán informar sobre 32 temas relacionados eminentemente con el medioambiente a partir de marzo de 2021. La estandarización de los datos es un paso en la dirección correcta, pero deberemos revelar información no siempre comparable con todas las empresas, y no orientada al futuro. Por ello, es más bien una cuestión de control de riesgos que de impacto real, pero es un paso necesario. La estandarización ofrecerá transparencia y más comparabilidad al público, lo cual debería conducir a un marco de inversión más favorable. Ese es el objetivo final: destinar más capital a soluciones de sostenibilidad.

¿Qué tendencias detectáis en 2020 y 2021 en materia ESG?

El COVID-19 ha trastocado profundamente nuestras vidas y ha puesto de relieve los desequilibrios sociales y medioambientales de nuestro planeta. Esto ha supuesto un cambio en nuestras prioridades y nuestro modo de pensar sobre la inversión. La integración de criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) se convertirá en un elemento esencial para las gestoras.

Dicho esto, también vemos una demanda creciente de medidas temáticas como infraestructura, clima, etc. En un mundo enfrentado a numerosos desafíos, los inversores buscarán soluciones para reconstruir y respaldar una recuperación sostenible del crecimiento. Esta concienciación generalizada debería acelerar la importancia de la inversión de impacto, una solución que busque satisfacer el doble objetivo de obtener rentabilidades financieras atractivas a largo plazo y ayudar al planeta mediante un impacto sostenible mensurable.

Como ejemplo de nuestros logros en Europa, M&G ha obtenido la etiqueta «Towards Sustainability» de la Federación Belga del Sector Financiero (Febelfin), una de las más estrictas en la región. En M&G estamos comprometidos con abordar estos retos sociales, con lo que podrá encontrarnos en un número creciente de estrategias sostenibles y temáticas.

El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente. Las rentabilidades pasadas no son un indicativo de las rentabilidades futuras.

Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión. No podemos ofrecerle asesoramiento financiero. Si no está seguro de que su inversión sea apropiada, consúltelo con su asesor financiero. M&G Investments

M&G Investments

Enlaces de interés:

1. http://www.climateaction100.org/

2. ONU, 12 de octubre de 2020: https://news.un.org/fr/story/2020/10/1079642.

3. https://www.europarl.europa.eu/.

4. Reglamento sobre divulgación de información de sostenibilidad financiera (SFDR, por sus siglas inglesas), publicación de PWC 2020.

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Por qué los inversores activos pueden ser responsables

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En M&G Investments estamos firmemente convencidos del poder de la inversión activa. Esto es así porque creemos poder lograr mejores resultados para nuestros clientes utilizando nuestros conocimientos y experiencia profesionales a la hora de seleccionar inversiones individuales.

Consideramos nuestra responsabilidad ayudar a nuestros clientes a lograr sus objetivos financieros tratando de generar rentabilidades sostenibles en el largo plazo, pero también reconocemos su deseo creciente de alinear sus inversiones con sus valores medioambientales y sociales.

Invertir de forma selectiva y concentrada en valores individuales, y no de forma «pasiva» en áreas enteras del mercado, nos permite poner el dinero de nuestros clientes a trabajar de forma responsable para las personas y para el planeta.

¿Qué significa invertir de forma responsable?

Creemos que considerar todos los factores que pueden afectar de forma sustancial al resultado de una inversión, ya sea positiva o negativamente, forma parte de nuestro papel como inversores responsables. 

Esto incluye factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG), que pueden pasarse por alto en un análisis concentrado exclusivamente en medidas financieras más tradicionales, como la rentabilidad, los activos y los pasivos.

En última instancia, es probable que las implicaciones de una mala gestión corporativa y de la desatención del medioambiente o de la sociedad afecten negativamente al desempeño de una compañía, con lo que desde un punto de vista financiero tiene sentido tener en cuenta estos factores: ignorarlos podría ser costoso a largo plazo, tanto para los inversores como para la sociedad.

Lo que puede ofrecer un enfoque activo

Creemos que tener en cuenta factores ESG es un proceso mucho más complejo y sutil que simplemente filtrar compañías o sectores percibidos como censurables; al fin y al cabo, el mundo es rara vez blanco y negro. 

Como inversores activos, incluimos cuestiones ESG en nuestro análisis y decisiones de inversión cuando son relevantes para el riesgo y la rentabilidad potencial. Investigamos compañías de forma individual para comprender en profundidad de qué forma pueden afectar los factores ESG al riesgo y la rentabilidad esperados de una inversión. 

Las ventajas de la integración ESG son un aspecto potente de la inversión activa, pero existe otro elemento clave a la hora de invertir de forma responsable: el activismo inversor. Como inversores activos, podemos interactuar de forma constructiva con los equipos directivos de compañías y organizaciones en las que invertimos, con objeto de entender mejor sus debilidades y puntos fuertes en materia ESG, y de fomentar mejores prácticas en este ámbito de ser necesario. 

La votación activa e informada también puede ser un elemento clave de nuestra responsabilidad a largo plazo con el cliente. Al ejercer nuestro voto como accionistas de una empresa, tratamos de generar valor añadido y proteger los intereses de nuestros clientes.

Inversión de impacto

El examen crítico que aplican los inversores activos a las decisiones de inversión es especialmente importante cuando se persiguen objetivos no financieros además de rentabilidad. A la hora de invertir para lograr un impacto positivo, los inversores deben evaluar en qué medida las compañías tratan de abordar cuestiones sociales y medioambientales, para luego medir su contribución en estos ámbitos, ya sea reduciendo las emisiones de dióxido de carbono o salvando vidas. Dicho impacto puede adoptar varias formas, desde productos y servicios pioneros o el impulso de mejoras de sostenibilidad en su sector, hasta el suministro de herramientas a otras compañías para permitirles tener impacto.

Este análisis en profundidad exige una lente cualitativa que se presta mejor a los enfoques de inversión activa. Por definición, a los enfoques pasivos les cuesta capturar las sutilidades de la inversión de impacto.

Esto no significa que las estrategias pasivas no tengan lugar en una cartera bien equilibrada, pero es importante comprender sus limitaciones. Si desea que sus ahorros se inviertan para lograr más que mera rentabilidad financiera, puede apuntar más alto adoptando un enfoque activo.

El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.

Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión. No podemos ofrecerle asesoramiento financiero. Si no está seguro de que su inversión sea apropiada, consúltelo con su asesor financiero.

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La economía circular como solución para el cambio climático

Gestora, M&GEtiquetas

Autor: Ben Constable-Maxwell, Director de inversión sostenible y de impacto en M&G Investments

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Mientras la sociedad global lucha contra la pandemia de COVID-19, resulta difícil ignorar las manifestaciones físicas del cambio climático. Las imágenes apocalípticas de incendios forestales en California, que han consumido más de 800.000 hectáreas en lo que va de año, contrastan con el retroceso del hielo ártico debido a temperaturas récord en la región. 

Se prevé que el periodo de cinco años transcurrido desde la firma del Acuerdo de París sobre cambio climático en 2015 habrá sido el más cálido desde que se registran datos. Las partes que ratificaron dicho acuerdo se comprometieron a esforzarse para limitar el aumento de la temperatura mundial media a 1,5° C por encima de los niveles preindustriales, lo cual se traduce en cero emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI) de cara a 2050. 

Tal como ha dejado claro el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), si no logramos recortar drásticamente las emisiones nos arriesgamos a sufrir daños irreversibles en los ecosistemas y la economía globales. Por consiguiente, es sumamente urgente identificar e implementar soluciones.

Hasta ahora, la atención se ha concentrado en descarbonizar el sistema energético migrando hacia fuentes de energía renovable y mejorando la eficiencia energética. No obstante, existe otra respuesta a este desafío que de momento se ha pasado por alto: la economía circular.

«La transición hacia las energías renovables juega un papel vital en la lucha 
contra el cambio climático, pero no será suficiente. Para lograr los objetivos climáticos, 
es crucial que transformemos el modo en que diseñamos, producimos 
y utilizamos los productos y alimentos que consumimos.»

Dama Ellen MacArthur, fundadora de la Fundación Ellen MacArthur

Reducir, reutilizar y reciclar

La economía circular es una alternativa al modelo lineal tradicional de «extraer, producir y tirar» en base al cual los recursos se extraen, utilizan y desechan al final de su vida. Los tres principios de la economía circular (eliminar residuos y contaminación desde el diseño, mantener productos y materiales en uso el máximo tiempo posible y regenerar los sistemas naturales) representan una plantilla para solucionar muchos retos globales apremiantes.

Se estima que el mundo genera 2000 millones de toneladas de residuos sólidos cada año. Los procesos de «ciclo cerrado» basados en estos tres principios pueden permitir al mundo desvincular el desarrollo económico a largo plazo de la extracción de recursos, además de reducir la generación innecesaria de residuos y mitigar los riesgos de escasez de materias primas. Pero un aspecto crucial es que el paso a una economía circular puede desempeñar una función esencial en la lucha contra el cambio climático, al respaldar la transición a una economía de bajas emisiones y con un uso de recursos eficiente.

Aunque en torno a un 55% de los GEI proceden del sector energético a través de la quema de combustibles fósiles para la generación de energía, calor y transporte, el 45% restante

procede del modo en que producimos nuestros productos y alimentos. Sin abordar esto último, ni siquiera nos acercamos al logro de los objetivos del Acuerdo de París.

Cerrar el ciclo para el planeta

Los principios de los procesos circulares pueden aplicarse para reducir las emisiones en todas las áreas de la economía, pero tendrán inevitablemente un impacto considerable en ciertos sectores. 

Las industrias del cemento y del acero, por ejemplo, son dos de las más intensivas en carbono: se estima que en su conjunto representan de un 12% a un 14% de las emisiones globales. En el caso del acero, sustituir mineral de hierro y carbón con chatarra reciclada puede limitar la extracción de recursos, la deforestación y la contaminación. Para el cemento, el empleo del carbono emitido por otras industrias como materia prima en el proceso de fabricación puede reducir las emisiones.

En otro ejemplo, los residuos y pérdidas alimentarios representan un 6% de los GEI globales. Además de eliminar residuos en toda la cadena alimentaria a través de un mejor diseño, los procesos circulares podrían servir para regenerar los sistemas naturales (y potenciar la productividad agrícola) utilizando residuos orgánicos como materia prima para regenerar el suelo y capturar carbono.

Algunas compañías ya han adoptado la circularidad en sus modelos de negocio y están avanzando mucho hacia procesos de ciclo cerrado capaces de superar retos de sostenibilidad. DS Smith es una empresa líder en el sector de envasado sostenible y reciclable; las fibras en su papel y cartón (producidas a partir de fuentes renovables) pueden ser reprocesadas en sus fábricas y reciclarse hasta 25 veces. Por su parte, el grupo de logística global Brambles está recortando considerablemente sus emisiones de carbono y su uso de agua reutilizando sus cajas y palés. 

Oportunidades de negocio sostenibles

La economía circular consiste en optimizar el uso de los recursos y eliminar los residuos. La adopción de principios de ciclo cerrado en el diseño de productos y modelos de negocio, sobre todo cuando son intensivos en carbono, puede reducir drásticamente las emisiones de GEI. 

No obstante, también tiene sentido desde un punto de vista financiero. En un mundo en el que cabe esperar un aumento del coste de la contaminación y de los residuos, diseñar y fabricar productos teniendo en cuenta desde un principio su eliminación, la reducción de residuos o su posible reutilización es una forma de pensar inteligente y a largo plazo.

Ello también representa una enorme oportunidad. Accenture estima que la transición hacia una economía circular es una oportunidad de crecimiento global de 4,5 billones de dólares hasta 2030.

Las empresas que interioricen con éxito la economía circular deberían estar, en nuestra opinión, mejor posicionadas para aportar a sus inversores rentabilidades sostenibles a largo

plazo, pero también tener como objetivo suponer un impacto positivo considerable en el planeta al ayudar a combatir el cambio climático.

El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.

Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión. No podemos ofrecerle asesoramiento financiero. Si no está seguro de que su inversión sea apropiada, consúltelo con su asesor financiero.

Esta información no constituye una oferta ni un ofrecimiento para la adquisición de acciones de inversión en cualquiera de los fondos de M&G. Promoción financiera publicada por M&G International Investments S.A. Domicilio social: 16, boulevard Royal, L2449, Luxembourg.